Eloy Martínez de la Pera, un dandy de tiempos modernos

Publicado por:

“Se hagan llamar refinados, increíbles, bellos, leones o dandis, todos proceden de un mismo origen; todos participan del mismo carácter de oposición y de rebeldía; todos son representantes de lo que hay de mejor en el orgullo humano, de esa necesidad demasiado rara entre los de hoy, de combatir y destruir la trivialidad.”

Charles Baudelaire – El pintor de la vida moderna

Por Odette Ferré (texto y fotografías)

Especial desde Madrid

 

En El Banquete, Platón decía que “si hay algo bello por lo que vale la pena vivir, es por contemplar la belleza y que lo bello, lo más hermoso que una persona podría contemplar es la sabiduría.”

Eloy Martínez de la Pera y Odette Ferre

Transcurría el año 1482. Sandro Boticelli comenzaba a esbozar la que sería una de las obras más célebres de la historia del arte, representativa del apogeo del Renacimiento. Esta corriente humanista, más citadina que rural,  anunciaba uno de los períodos más fructíferos de la historia en todos los ámbitos, especialmente en el artístico, el filosófico y el literario, amén de las grandes reformas que configuraron este cambio de paradigmas. El nacimiento de Venus, pintada en la Florencia del Quattrocento, respondía a los preceptos neoplatónicos y recuperaba uno de los tantos mitos clásicos fundacionales plasmados en exquisitas pinturas y esculturas alegóricas. Pero había algo más; el denominador común a las creaciones “paganas” de Boticelli, que concluyeron con esta obra, era la representación del arquetipo, del ideal femenino inspirado por una bella y elegante dama de la nobleza: la jovencísima Simonetta Vespucci. Según quedó consignado en los anales, Boticelli, quien se encontraba al servicio de la poderosa familia Médici, se enamoró de su musa el mismo día que la conoció. Fue tanta su devoción hacia la encantadora fémina, que fallecería prematuramente a los 23 años, que pidió como último deseo ser enterrado a los pies de la tumba de la bella Simonetta, su amor imposible, conocida en toda Italia como la mujer más hermosa del Renacimiento. Su deseo se cumplió 35 años después y hoy sus restos reposan en la Chiesa di San Salvatore in Ognissanti.

El ideal de belleza tanto femenino como masculino ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad. Tratados filosóficos, ensayos, libros, poemas, canciones, obras de arte, etc., dan cuenta de la importancia de esta noción en diferentes culturas a través de las épocas. El principio de belleza, como la describió Platón, no abarca simplemente el aspecto físico, tangible sino que va más allá, englobándola en un ideal abstracto con una dimensión intelectual y espiritual encontrando su residencia en el alma. Pero antes del célebre filósofo griego, este concepto ya había sido evocado por la Escuela Pitagórica que lo asociaba indiscutiblemente a las matemáticas. En la antigua Roma, Cicerón consideraba que la belleza debía cumplir dos prerrogativas: el orden y la proporción y además a cada género le atribuyó su concepto de belleza: la gracia (femenina) y la dignidad (masculino).

Durante los siglos siguientes, la belleza continuaba siendo tema de discusión y de reflexión en los círculos intelectuales y eruditos. Algunas mujeres que tenían un cierto poder empezaron a interesarse en estos asuntos dándole una dimensión más formal a sus inquietudes y aportes en la materia. Y fue precisamente una de estas damas, la marquesa de Rambouillet, quien en el siglo XVII abrió el primer salon literario en París. En los recintos de su Palacio acondicionó un amplio espacio que pintó de color azul. Y fue allí, en esa habitación azul, donde nació un movimiento cultural, el Preciosismo, preámbulo del movimiento feminista. Esta corriente incentivaba el buen gusto en todos los aspectos de la vida, la elegancia y el esteticismo, cultivando el intelecto y el espíritu bajo tres premisas: los temas abordados debían ser elevados, refinados y preciosos. Fue en estos templos dedicados a alimentar cuerpo, mente y espíritu que el concepto de belleza pudo llegar a su máxima expresión, estableciendo vínculos indisociables con temáticas tan diversas como el arte, la moda, la literatura, la música, entre otros, así como el crecimiento intelectual y la contemplación de lo hermoso. Con el advenimiento del Romanticismo, los salones literarios tendrían su época de gloria en Francia. La magia se prolongó durante casi dos siglos y los salones serían emulados en otros países europeos como la célebre Blue Stocking Society de Gran Bretaña.

Pasaron algunos años después de la creación de ese primer salón literario cuando Imanuel Kant revolucionó los pilares de la filosofía con sus tratados donde el concepto de belleza ocupa un lugar destacado. En Observaciones sobre lo bello y lo sublime, el filósofo alemán expone que para entender este concepto de la belleza, se debe pasar por un acto vivencial que permita al individuo tener una sensación placentera para forjarse una idea, una opinión de lo que es bello. El concepto de belleza asociado al arte lo desarrollará posteriormente en La crítica del juicio.

En esta misma época y en contraposición al Preciosismo surgió otro movimiento, esta vez de carácter masculino, asociado más a un sentido estético y de elegancia, donde la moda desempeñaba un papel fundamental. El Dandismo se origina en Gran Bretaña en el siglo XVIII como un término asociado a los miembros del famoso Club Macaroni. Estos aristócratas creaban tendencias en moda por su manera de vestir un tanto original y extravagante además de hacer suya esta filosofía, este estilo de vida con reglas y códigos muy precisos, condimentado con un toque de rebeldía irreverente y donde primaba la individualidad. La belleza del dandi quedó inmortalizada en los retratos y versos de Lord Byron, el epítome del dandismo, así como George Brummell, conocido como el bello o Barbey d’Aurevilly, sin olvidar por supuesto a los muy controvertidos autores Oscar Wilde y Charles Baudelaire. Es precisamente este último quien en 1863 publica en tres entregas el ensayo El pintor de la vida moderna para el diario Le Figaro dedicando el capítulo IX al dandi. Treinta años atrás, Honoré de Balzac, el gran cronista de la sociedad francesa, escribió El tratado de la vida elegante, uno de los tomos que conformaban su Patología de la vida social, que versaba también entre otros temas, sobre el dandismo.

Nuestro invitado para esta entrevista especial podría sin duda ser llamado un “dandy de tiempos modernos.” Eloy Martínez de la Pera con quien quedamos para esta charla en un agradable café madrileño, justo detrás del Museo de El Prado, es un esteta, un hombre apasionado que aprecia y disfruta de lo bello. Su trabajo y su manera de ver y de afrontar la vida van a la par en una perfecta armonía. La elegancia, el buen gusto, un alma cosmopolita y un sentido idealista de la vida podrían definir a este comisario de exposiciones de arte y moda que hace de la belleza, en el sentido más platónico de la palabra, parte fundamental de su día a día.

Gran referente en la concepción, diseño y creación de exposiciones de gran envergadura, ha hecho de la excelencia su sello de identidad. Entre sus exposiciones se encuentran Inspiraciones: Mariano Fortuny y Madrazo en el Museo del Traje de Madrid; Hubert de Givenchy en el Museo Nacional

Thyssen-Bornemisza de Madrid; Givenchy: To Audrey with love en el Gemeentemuseum de la Haya; Sorolla y la Moda en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Balenciaga y la Pintura Española en el Museo Nacional Thyssen Bornemisza y Henry Clarke y la Moda de España bajo el influjo de la Alhambra en La Alhambra de Granada. Politólogo, abogado y diplomático, es además Director General de la empresa Sintítulo Proyectos S.L., responsable del Premio ARCO a la creación artística, asesor embajador en Arte para Chanel y miembro del Patronato de la Fundación Cristóbal Balenciaga.

“El vestido es como un barniz: lo hace resaltar todo. La indumentaria fue inventada más para destacar los atractivos corporales que para ocultar imperfecciones. De donde se deduce este corolario natural: todo lo que una indumentaria trata de ocultar, disimular, aumentar y agrandar más de lo que la naturaleza o la moda ordena o quiere, siempre quedará como algo vicioso.”

Tratado de la vida elegante – Honoré de Balzac

¿Quién es Eloy Martínez de la Pera, cómo le gustaría presentarse?

E.M. de la P. En el fondo soy un comisario de exposiciones de Arte y Moda pero detrás de ello, yo creo que hay una persona que ama la belleza, apasionado por contar historias y que cree que la moda es uno de los territorios inexplorados para contar historias de nuestra propia sociedad; creo que estamos en el momento de la moda: de la moda como relatora de lo bueno y de lo malo de la sociedad contemporánea; y por eso creo que disfruto profundamente haciendo que sea la moda el vehículo artístico a través del cual poder expresarme como comisario.

¿Qué es para usted la Elegancia? ¿Es un concepto, una moda, una actitud o una manera de ver la vida?

E.M. de la P. Para mí es un poco lo mismo que significa la palabra elegancia: es elegir bien. Al final tenemos que elegir bien en cómo queremos vivir nuestra vida, elegir bien valores, elegir bien actitudes, elegir bien nuestro posicionamiento hacia las cuestiones que se requieren en la sociedad contemporánea. Y también elegir bien en nuestra estética, en nuestro estilo. Por lo tanto, para mi es una actitud en la vida; algo que tenemos que defender porque yo entiendo que no todos entendemos por bello lo mismo; no todos entendemos por bien elegido lo mismo. Lo que yo creo que es fundamental es ser de verdad. Yo creo que es muy importante la verdad en nuestra manera de presentarnos en la sociedad, en nuestra manera de vivir nuestra vida y en nuestra manera de defender las actitudes que elegimos en la vida que vivimos.

Usted tiene una formación en Ciencias Políticas y en Derecho Protocolario y una larga carrera en ese ámbito en el servicio diplomático. ¿Cuándo y cómo se produce ese giro profesional hacia el Arte y la Moda; cuál fue el detonante?

E.M. de la P. Tuve la fortuna de empezar mi carrera diplomática ocupándome de lo que era el restablecimiento de relaciones diplomáticas con las repúblicas de la antigua Unión Soviética cuando cae el muro de Berlín. Estamos hablando de 1991, 1992, unos años que fueron fundamentales a la hora de defender el patrimonio cultural de estas repúblicas en un momento tan delicado. Todos sabemos lo que puede ocurrir en los países cuando falta una autoridad que proteja el patrimonio. Por lo tanto, tuve la fortuna de no solamente ocuparme de las cuestiones vinculadas a la ayuda técnica, a la ayuda económica que la Unión Europea estaba brindando a estos países sino también proteger parte de su patrimonio. Ahí es cuando me di cuenta de la importancia que tiene lo que atesoran nuestros museos, lo que nuestros museos custodian para hablar de nosotros. Y por ello, cuando decidí dar un giro a mi carrera, mi trayectoria profesional, me di cuenta que el patrimonio cultural, que muchas veces damos por supuesto en nuestro día a día, era fundamental para hablar de nosotros. Por eso yo creo que empecé a dedicarme al arte, a la moda, a comisariar exposiciones. En un principio eran exposiciones que tenían un cariz más político como lo fue la celebración del 25 Aniversario de la Constitución Española donde me gustó poder hablar de los primeros veinticinco años de la democracia española a través del arte, a través de veinticinco artistas, veinticinco fotógrafos, veinticinco cineastas, veinticinco diseñadores de moda. Por eso yo creo que una exposición que estoy preparando en estos momentos que se llama El diseño que cambió un país, donde estoy comisariando la parte vinculada a la moda, me ha resultado muy fácil porque a través de la creación de esos artistas posdemocráticos he podido hablar de España. Creo que nuestro país es también el reflejo del arte, de las creaciones artísticas de la gente, de la sociedad que nos ha tocado vivir. Por eso me fue muy fácil pasar de ese ámbito diplomático donde di esa importancia al patrimonio cultural a acabar siendo comisario de exposiciones de arte y de moda.

¿En esta área tan concreta del mundo del Arte, cómo se establecen esos diálogos entre Arte y Moda que es lo que sus exposiciones buscan para cautivar al público?

E.M. de la P. Yo siempre he pensado que la moda ha estado en todos los museos del mundo siempre. Cuando vemos desde la pintura más primitiva hasta la pintura más contemporánea, pasando por esas pinturas aristocráticas y de corte que encontramos en cualquier gran museo y pinacoteca del mundo, siempre la moda ha estado presente en esos cuadros. La moda ha estado presente en las pinturas del Renacimiento italiano, en esos frescos tan maravillosos de Fra Filippo Lippi o ha estado en cada uno de los cuadros de Diego Velázquez o en la familia de Carlos IV de Francisco de Goya; ha estado en las santas de Francisco de Zurbarán y está claramente en cualquier cuadro de los universos un poco sórdidos del propio Edward Hopper; la moda ha estado siempre en los museos. Ahora era el momento en el que la moda entrara en los museos por derecho propio, no a través de la mano de un artista sino a través de la mano del creador de esa moda; yo creo que aunque hubo exposiciones de moda anteriormente,tenemos que agradecer la Exposición de Armani en el Guggenheim de Bilbao porque fue la primera muestra con público masivo que empezó a darse cuenta de que la moda era un proceso creativo que tenía un enganche con el público, con los visitantes de los grandes museos del mundo, que era muy de verdad y que encima tenía unas historias bellísimas que contar. Por lo tanto, para mi, es ahora el momento en el que la moda deja un poco los armarios y el alcanfor para colgarse en muros de preciosos museos del mundo. La moda siempre estuvo ahí, lo que pasa es que ahora creo que comisarios como yo estamos permitiendo explicitarlo para que sea la moda a través de la cual ahora podamos contar la historia del arte.

¿Cuáles son los artistas y creadores de moda que admira y que lo inspiran?

E.M. De la P. Como te decía antes, para mi es un poco cualquier artista que es capaz de pintar una seda, de pulir en el mármol los pliegues de un tafetán o cuando ves esos paños que envuelven a cualquier virgen en cualquier museo del mundo, te das cuenta que detrás hay un estilista; además de un artista de la pintura hay un estilista; Zurbarán lo fue cuando pintaba sus santas. Por lo tanto, me inspira ver esas creaciones porque al final lo único que yo hago es juntar dos cosas que son bellas por si, que son estos cuadros, obras maestras en la historia de la pintura y creaciones de alta costura de los grandes diseñadores del siglo XX. Es muy difícil que cuando los juntes no salga algo verdaderamente bello. Tengo la fortuna de que solamente tengo que pintar los muros y juntarlos unos con otros para crear una exposición que al final tiene una repercusión de satisfacción en cada uno de los visitantes que viene a verla. Porque las historias que contamos son historias principalmente de belleza que hacen sonreír, y que al hacerte sonreír te hacen un poco más feliz, y al hacerte un poco más feliz yo creo que al final mejoramos un poco la belleza de este mundo.

¿Hablando de belleza, qué es la belleza para usted?

E.M. de la P. Decía Fiódor Dostoievski que la belleza salvará el mundo sin saber muy bien qué es lo que cada uno de nosotros entendemos por belleza. Cristóbal Balenciaga decía que la elegancia y la belleza es eliminación, es decir que al final tendríamos que intentar ser elegantes, ser bellos con pocas cosas, lo más sintético posible. Nuestro concepto de belleza cambia a lo largo de nuestra vida. Hay cosas que yo estimaba bellas hace diez años y que ahora podrían sonrojarme si pienso en ellas. Yo creo que la belleza es un concepto que es voluble, cambia y creo que lo más importante del concepto de belleza es que haga tu mundo más amable. La belleza lo que tiene que hacer es difícil definirlo pero creo que tendría que intentar trasmitir esos valores de nobleza, de verdad y muchas veces de intentar que nuestra mirada sea, si no digo bella o elegante, si que nos acerque a ello.

¿Cómo nace el proyecto de una exposición de arte y moda? ¿Cuál es el hilo conductor, la motivación para emprender estas empresas a veces titanescas?

E.M. de la P. Muchos de estos proyectos surgen de la necesidad de intentar hacer que los museos acojan la moda y son proyectos que son diálogos con los directores de los museos y donde dices: creemos que tienes una colección de arte bellísima para hacerla dialogar con las grandes creaciones del siglo XX, para hacerlas dialogar con Balenciaga o hacerlas dialogar con Sorolla. Al final son proyectos, muchos de ellos, casi todos, vinculados a instituciones públicas porque estamos trabajando con obras maestras de la historia del arte y por lo tanto es muy difícil que puedan ser proyectos desde la iniciativa privada. Esto me ha permitido trabajar con todos los grandes museos, principalmente europeos, por el coste que supone muchas veces el viaje de las piezas  transatlánticamente. Para mis exposiciones han venido piezas del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York; para la exposición de Joaquín Sorolla vinieron cuadros desde el Metropolitano y piezas de indumentaria que vinieron desde museos internacionales. Al final, el proyecto surge muchas veces por mi necesidad de explicitar algo que yo he visto como muy claro como puede ser desde la influencia que tuvo la pintura española en Balenciaga o lo importante que fue Sorolla como relator de la moda de cambio de siglo; ese paso de moda del siglo XIX al siglo XX y como él en sus retratos femeninos fue un narrador de este cambio en la indumentaria. Al final son ideas: Yo creo que muchas veces son chispazos que pueden surgir con una visita a un museo, con la lectura de un libro o sencillamente con una discusión con algún director de un museo. Eso es lo que hace que un proyecto surja y depués que lo puedas defender para que tenga acogida en los grandes museos para los cuales vas a trabajar en el desarrollo de este proyecto.

¿Como definiría el Arte y cómo definiría la Moda?

E.M. de la P. Hay bibliotecas enteras con concepciones sobre el arte y la moda. Siempre que doy una conferencia sobre moda, empiezo con una frase del Génesis en la que Dios para a Adán y a Eva y les pregunta que por qué van desnudos y ellos contestan que porque es pecado. Y un versículo después es el propio Dios el que les crea un vestido con la piel de cordero. Por lo tanto, Dios es el primer diseñador de moda, es el primer estilista según el Génesis. Para mi la moda ha estado siempre en la historia de la humanidad. Lo primero que hacemos cada mañana es cubrir esa desnudez. El origen de la moda está en esa desnudez y mucha parte de la historia del arte está en esa desnudez de los personajes que nos han llevado a crear narraciones enteras en retablos, en frescos o en los cuadros que cuelgan desde palacios, museos y colecciones privadas. ¿Qué es el arte y qué es la moda? Para mi es algo que es completamente consustancial al ser humano. Desde los orígenes hemos querido cubrirnos y desde los orígenes hemos querido pintar. Son dos maneras a través de las cuales la humanidad se ha expresado y ha querido expresarse. La moda ha sido tan reivindicativa como lo ha sido el arte, ha sido una expresión tan directa de la sociedad contemporánea como lo es el arte y ahora más que nunca creo que las generaciones actuales y futuras utilizan la moda, las nuevas vanguardias artísticas para definirse y para intentar establecer cuáles son sus valores con respecto al mundo que les está tocando vivir.

París, la ciudad luz, está indudablemente asociada a la moda. ¿Por qué París y no otras ciudades europeas sigue ostentando ese vínculo indisociable a la moda, por qué sigue siendo la capital de la moda?

E.M. de la P. París fue y será siempre el epicentro de la moda porque lo fue con el rey que decidió que la moda era un elemento a través del cual expresarse como fue Luis XIV. Desde ese momento, todos se dieron cuenta que tenían que ir a París para mostrar lo que eran sus creaciones, lo más loco de sus creaciones. París era la ciudad donde había gente dispuesta a tener ese elemento flamboyant que permitía las grandes creaciones de moda desde esa época del rey sol. La moda fue muy importante en el reinado de Isabel la católica, porque ella se expresaba y quería siempre epatar a todos los embajadores que venían a rendirle pleitesía a través de sus grandes vestidos, de esas grandes capas que ella utilizó para mostrar poder porque la moda siempre ha estado vinculada a mostrar ese poder, a mostrar el elemento societal al cual tú perteneces. Por lo tanto, París fue el epicentro; lo fue en el siglo XIX y ha sido siempre la ciudad donde todas las grandes industrias vinculadas a la moda se han ubicado. Los grandes oficios de la moda han estado siempre vinculados a Francia, a París, y el lujo ha estado siempre un poco vinculado a esta ciudad. La Federación de la Alta Costura que funda Charles-Frederick Worth, como gran creador de los códigos de la moda contemporánea, se establece en París y son ellos los que siguen estableciendo cuáles son los criterios de lo que es tendencia y de lo que es moda.

En la historia de la moda, Rose Bertin, la costurera de la reina María Antonieta, es considerada la primera diseñadora de moda. ¿Está usted de acuerdo con esta apreciación que reivindica que las creaciones de Madame Bertin marcaron el fin de una época, en este caso del Antiguo Régimen?

E.M. de la P. No estoy muy de acuerdo con esta apreciación. Yo siempre diré que la moda tal como la concebimos y la entendemos todos la crea Charles-Frederick Worth; fue él quien decide firmar las prendas como si fuera un artista; es el primero que empieza a poner su nombre en las etiquetas; fue él quien decide crear dos colecciones: primavera-verano y otoño-invierno; es él el que decide que las prendas las pasee al principio su mujer Marie-Augustine Vernet y después, mujeres que él contrataba porque tenían un estilo maravilloso para pasear sus creaciones de alta costura. Por lo tanto, es él el conceptor de la modelo tal como la entendemos. Fue él el que consigue que las clientas vayan a él y no él a las clientas. Todos los códigos en los que se basa la moda actual los creó Charles-Frederick Worth. Para mi, la moda siempre tendrá su origen en él principalmente porque la moda como tendencia, la moda como diseñador con nombre propio, la moda con prescriptores y con referentes, toda está vinculada a Worth.

¿En los albores de la moda como una industria floreciente, me llama mucho la atención la utilización de las muñecas Pandora,como embajadoras de la moda francesa en las cortes europeas y los círculos de la aristocracia durante los siglos XVII al XIX. Podemos hablar de estas muñecas como las primeras influencers de la moda?

E.M. de la P. Podemos decir que ellas fueron los primeros catálogos de moda. Para mi estas muñecas, estas dolls, fue la manera más fácil para que una clienta pudiera entender lo que era una pieza bella de indumentaria. Por lo tanto, si que fueron los primeros catálogos tridimensionales que hubo de moda. Son nuestras páginas web de hoy en día. Cuando hablamos de referencers o de influencers, para mi está mucho más vinculada a estas mujeres que conseguían que prendas que llevaban ellas, las quisieran llevar todas las demás. Estamos hablando de la emperatriz Eugenia de Montijo, mujer de Napoleón III; estamos hablando de la reina Victoria Eugenia, de todas las grandes reinas inglesas y en nuestros días estamos hablando de estas actrices que, hasta hoy, son un referente para las jóvenes de nuestros días. Desde que Audrey Hepburn empezó su colaboración con Hubert de Givenchy, se convierte verdaderamente en una influencer. Su vestido de novia que lleva en la película Funny face (1957), conocida como Cara de ángel en español, hace que todas las americanas quieran llevarlo en sus bodas obligando a los grandes almacenes americanos a copiarlo. Desde ese momento, para mi ella se convierte en la primera celebrity influencer del siglo XX. Para mi estas son las verdaderas influencers.

La emperatriz Eugenia de Montijo está asociada al nacimiento de la alta costura por promover los trajes de Charles-Frederick Worth, además de llevar a la corte francesa accesorios típicos de la indumentaria española. La emperatriz Joséphine de Beauharnais fue la gran embajadora de la moda a la francesa de corte neoclásico, incorporando en sus outfists tiaras, camafeos y otras joyas elaboradas por artesanos, joyeros y orfebres, mostrando al mundo el savoir-faire de estas consideradas artes menores. ¿Podemos decir que Joséphine de Beauharnais fue también una influencer?

E.M. de la P. Para mi, para adquirir el rol de influencer es cuando, como decía Coco Chanel, tú eres la que creas modas no que las sigues. Yo creo que la emperatriz Joséphine de Beauharnais continuó una querencia por todo lo neoclásico que había en la sociedad de entonces; ocurría en el mundo de la pintura, ocurría en el mundo de la escultura y como no, ocurría en el mundo de la moda; un revival de lo helénico, de lo clásico y por lo tanto esa moda con sus vestidos de corte imperio fueron muy importantes y ella fue el paradigma de esta moda al ser la mujer más retratada en la Francia de entonces. Para mi, ser influencer es cuando eres la primera que eres capaz de instaurar la tendencia. La emperatriz Eugenia de Montijo lo fue llevando los volantes a París; ella lo fue llevando la mantilla a Francia; ella lo fue llevando el uso del abanico y también los diseños de Worth; junto con la emperatriz Sisi fueron sus dos grandes clientas. Eugenia de Montijo si que marcó tendencias claras en lo que fue la moda por ser ella la primera que la utilizó en ese epicentro del lujo y del glamour que era París.

Hay un personaje fascinante, una mujer que ahora ha empezado a resurgir después de permanecer en el olvido durante casi un siglo. Elisabeth de Riquet de Caraman-Chinay, condesa Greffulhe, personaje singular, con una personalidad avasalladora, amante del arte, activista política y mecenas que vivió  dos guerras, la Belle époque, les années folles, fue musa de Marcel Proust, quien creó el personaje de la duquesa de Guermantes inspirado en ella o de Gabriel Fauré, quien le dedicó su Pavana. Fue clienta de Charles-Frederick Worth y es considerada como un ícono de la moda de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. ¿Qué puede decir sobre esta mujer adelantada a su época; se le puede llamar ícono de moda?

E.M. de la P. Ella fue una mujer con mucha osadía estética y en lo que era su estilo que fue tremendamente rupturista. Al final, ella si que supo acoger en su personalidad todas esas tendencias que crearon los diseñadores de finales del XIX y principios del XX. Esos creadores que creían que la modernidad no podía permitir que las mujeres entraran en el siglo XX con los corsés y por eso ella en los libros de Proust viste con Fortunys, unas prendas que apenas llevaban ropa interior, lo que hizo que el vestido Delphos de Mariano Fortuny solamente lo llevaran ella y una serie de mujeres que tenían unas personalidades absolutamente avasalladoras como fueron Peggy Guggenheim, Eleonora Duse o Isadora Duncan. Fueron las mujeres muy rupturistas quienes tuvieron la complicidad de los diseñadores de moda que creían en esa modernidad como Paul Poiret, Mariano Fortuny y como no Coco Chanel. Al final fueron Madeleine Vionnet o Jeanne Lanvin, mujeres diseñadoras, que estimaban que una mujer tenía que empezar a vestirse sola porque hasta entonces, por el problema de los corsés o de los miriñaques, siempre necesitaban a alguien para vestirse y por lo tanto no entendían ese gesto de independencia que requería el poder vestirte por ti misma. Yo creo que fueron mujeres que acogieron esas tendencias y que si que hicieron con la moda una bandera a través de la cual defender esos valores que de una manera muchísimo más directa políticamente con las sufragistas en el Reino Unido o pintoras en la Francia de entonces, establecieron unas complicidades con los diseñadores de moda que si que crearon la modernidad, gracias a la cual, viste la mujer del siglo XX.

Hablemos de Paul Poiret, el pionero en muchos ámbitos de la moda que ha sido tristemente olvidado. Piensa usted que este diseñador ha sido tratado injustamente por la historia de la moda?

  1. de la P. Si. Pero lo fue porque su marca no pudo sobrevivir a la crisis de entre guerras. Al final, en la mentalidad de todos nosotros perviven esos diseñadores cuyas marcas han podido continuar con el paso del tiempo. Por eso todos podemos recordar a Balenciaga, a Chanel o a Dior porque sus marcas han continuado. Y dos, porque yo creo que su moda se encontró con una Europa que no se podía permitir ese elemento barroco, ese elemento exagerado, flamboyant que tenía la moda de Poiret. Con la crisis de 1929 era imposible que las mujeres se pudieran permitir las piezas que tenían este elemento tan teatral en las creaciones de Poiret. Yo creo que fue ese elemento el que hizo que no perviviera en la historia de todos nosotros. Pero ahora, cuando estamos reivindicando la moda como narradora de nuestra propia historia, creo que es cuando empezamos a darnos cuenta lo importante que fue Poiret en la moda, en la vida y en los valores que ha sabido heredar la mujer contemporánea. Creo que las mujeres de hoy en día le deben mucho a Paul Poiret y creo que es ahora cuando empezamos a reivindicar un poco más su figura.

El gran poeta Stéphane Mallarmé, figura indiscutible del Simbolismo y poeta maldito editó la revista La Dernière Mode, una publicación que solo alcanzó ocho entregas y por la cual fue duramente criticado. Muchos de sus detractores consideraban que su estatus de hombre de letras no era compatible con el de redactor de moda, un universo que se percibía frívolo, mundano, sin interés alguno para el círculo intelectual de la época. Con el paso del tiempo empezaron a aparecer revistas especializadas en moda y hoy muchas de ellas se han convertido en publicaciones de referencia. ¿Cree usted que hoy, más de un siglo después, las publicaciones de moda han ayudado a cambiar esa noción de que el mundo de la moda es frívolo y frío?

E.M. de la P. Yo creo que muchas veces criticamos la fast fashion, creamos a estas grandes marcas de moda que desde mi punto de vista han democratizado la moda: la moda como capacidad de elegir la ropa que tú te pones. Yo creo que ahora estas marcas nos permiten a todos elegir como queremos presentarnos en la sociedad. Hasta un siglo atrás, la moda solamente se la podían permitir las clases pudientes; eran los únicos que podían elegir porque eran los únicos que tenían un armario en el cual habían diferentes prendas. Por lo tanto, yo aprecio profundamente a esta fast fashion que tiene sus complicaciones desde el punto de vista de sostenibilidad y de la lucha que tenemos hoy por la limpieza de nuestro medioambiente. Pero, por otra parte, nos han permitido que todos podamos ser partícipes y protagonistas del mundo de la moda y que haya moda en cualquier familia. Para mi, esto lo consiguen las grandes marcas de moda y esto hace que la moda deje de ser algo mundano o frívolo. Ya lo decía Charles Baudelaire en Pintor de la vida moderna, que le parecían unos mezquinos aquellos que se reían de los figurines de moda de las revistas del siglo XIX. Yo creo que hemos entendido a día de hoy que la moda nos representa; todos sabemos que no hay una segunda oportunidad para una buena primera impresión y que nuestra indumentaria es esencial para dar esa primera impresión. Yo creo que nadie va a hablar hoy de moda con la displicencia con la que podían hacerlo esos señores en el siglo XIX.

Usted dijo al principio de esta entrevista que La moda siempre ha estado en los museos. Sus exposiciones de Balenciaga y la pintura española o Sorolla y la Moda son un claro ejemplo de eso que usted afirma. ¿En qué han contribuido los pintores a la historia de la moda?

E.M. De la P. Pues han contribuido porque gracias a ellos sabemos lo que era tendencia en los siglos pasados. Gracias a los cuadros de Zurbarán podemos saber lo que era elegante, lo que vestían nuestras reinas, nuestras aristócratas, sabemos qué tejidos eran los que se importaban; sabemos cómo eran los corchetes y los botones; sabemos qué tipo de maquillaje llevaban nuestras princesas; sabemos cómo eran los encajes, la importancia de la orfebrería en crear un ideal de belleza. Por lo tanto, son ellos los cronistas de lo que eran las tendencias en todas y cada una de las partes de nuestra historia. Y no solamente en la pintura de corte también en la pintura religiosa de los siglos anteriores porque en esos sayos, en esas túnicas vemos qué colores y qué pliegues, qué plisados eran la tendencia. A los pintores les debemos saber hoy lo que era moda y lo que era tendencia. Equivalen a los fotógrafos actuales en las editoriales de las grandes cabeceras de moda.

Durante el siglo XX, con el advenimiento de las vanguardias, empezaron las colaboraciones entre artistas y creadores de moda. Y muchos artistas se inspiraron también en grandes nombres del arte. Son célebres las colaboraciones de Coco Chanel y Pablo Picasso, Elsa Schiaparelli y Salvador Dalí o la inspiración que encontraron Christian Dior en Paul Cézanne, Henri Matisse o Man Ray y la de Yves Saint-Laurent en Piet Mondrian. ¿Con estas colaboraciones la moda busca legitimarse como un arte mayor o simplemente quiere rendir homenaje a los artistas que le sirven de inspiración? ¿ Cuál es su lectura sobre este aspecto de la moda y el arte?

E.M. de la P. Yo creo que ningún artista es capaz de crear ajeno a las creaciones ajenas. La moda intoxicó las creaciones de los grandes artistas de cualquier época y los creadores de moda siempre han mirado a las creaciones de estos grandes pintores. Por lo tanto, esa intoxicación, esa complicidad de ida y vuelta siempre ha existico. Es cierto que en el siglo XX lo vemos muy claramente porque es donde tenemos a los creadores de alta costura absolutamente especificados y cuando empiezan a firmar sus creaciones; ahí es donde tenemos el surrealismo en las creaciones de Elsa Schiaparelli o vemos el amor que sentía Yves Saint-Laurent por las pinturas tan sintéticas de Piet Mondrian; siempre han estado ahí. Cuando Worth trabajaba y tenía un tiempo libre, cuando todavía vivía en Londres, iba a la National Gallery y veía esos retratos de las grandes reinas inglesas y él lo plasmó en sus creaciones que luego tanto gustaron a otras reinas. Ha sido siempre un camino de ida y vuelta en arte y moda y a día de hoy sigue pasando pues son muchos los artistas que siguen buscando en las creaciones de moda parte de su arte; son muchos los creadores como Iris van Herpen las que buscan colaborar con artistas a la hora de crear sus pasarelas de moda. Hoy nadie duda de esta influencia y yo creo que enriquece cada vez más ambas disciplinas artísticas.

Uno de los personajes fundamentales en la historia de la moda fue Cristóbal Balenciaga, gran creador de moda entre los más admirados y respetados, considerado como el maestro de maestros. Usted fue el comisario de la exposición Balenciaga y la pintura española, la exposición más publicitada y de las más visitadas de arte y moda en España. ¿Qué nos puede contar sobre este personaje tan destacado e influyente en la historia de la moda?

E.M. De la P. Simplemente porque es la única persona que sigue marcando el guardarropa de todas vosotras. A día de hoy, cualquier verano está lleno de siluetas que él creó en los años cincuenta. El corte midi, el baby doll o las siluetas balón son siluetas que él creó porque tuvo la osadía de separar la cintura de sus vestidos, de la cintura de la mujer que los iba a portar. Él decidió una serie de siluetas que hoy llenan los armarios de cualquier mujer del mundo. Su influencia es palpable simplemente por lo que se vende en todas las grandes calles de moda del mundo: la Gran Vía, los Campos Elíseos, Old Bond Street; todas esas tiendas viven de las siluetas de Cristóbal Balenciaga. Fue influyente porque como decía Christian Dior: “nosotros hacemos lo que podemos; él hace lo que quiere.” O Coco Chanel cuando decía que él era un maestro y los demás aprendices. Balenciaga tuvo el respeto de sus colegas, de todos; nadie dudó de su reinado. Tuvo la admiración de todas las editoras de moda en la época más importante de la historia de la moda; todas creían que él era el más grande; todas las modelos creían que Balenciaga era el más grande. Nadie discutió la influencia que él tuvo en el momento más importante de la historia de la alta costura, toda la costura que se hizo antes y después de la segunda guerra mundial. Hoy, cuando alguien o algún diseñador quiere tener un elemento inspirador miran a Cristóbal Balenciaga. Los jóvenes en las escuelas de moda, a las que muchas veces me acerco a dar alguna charla, todos ellos, en el fondo, quieren ser Cristóbal Balenciaga porque él rompió a través de sus siluetas, a través de sus sastrería, a través de la manera en la que entendió la elegancia y la belleza, los códigos de lo que estaba siendo hasta entonces el vestido.

Otro gran couturier fue Hubert de Givenchy, sucesor natural de Cristóbal Balenciaga. Givenchy fue un irrestricto admirador de su maestro hasta el final y gracias a él existe el Museo Balenciaga en Getaria. Hay una anécdota maravillosa que Hubert de Givenchy contó sobre cómo se propuso conocer, siendo un adolescente, a Balenciaga. Un día se escapó en tren a París, con sus bocetos en mano, y llegó al taller de Balenciaga pero la asistente no lo dejó pasar aduciendo que Balenciaga no recibía a nadie. Usted le conoció y en alguna entrevista contó que en parte su cambio de orientación profesional se debía a ese encuentro con Givenchy. Además usted fue el comisario de dos exposiciones dedicadas a él, una en La Haya y la otra en Madrid. ¿Qué nos puede contar sobre este excepcional creador de moda?

E.M. de la P. Pues mira, la anécdota que cuentas es absolutamente cierta porque es así como me la contó a mi el propio Hubert de Givenchy. Él se escapa y se acerca a Paris, va a la tienda que tenía Balenciaga en esos momentos en la avenida Georges V y no logra ir más allá del mostrador de la tienda. Iba con sus bocetos porque Hubert de Givenchy era uno de los mejores bocetistas que ha habido. Yo le conocí y hasta los últimos días de su vida seguía bocetando y dibujando maravillosamente. Para la exposición que yo comisarié dedicada a él, la primera que hice de él en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza en el 2014, Givenchy creó veinte bocetos maravillosos porque seguía bocetando de una manera increíble con una memoria de las piezas que había creado a partir de 1952 de una manera preciosa. Él ve por primera vez a Cristóbal Balenciaga en Nueva York en 1953; acababa de presentar su primera colección. En ese bar de un hotel de Nueva York le conoce, le muestra su admiración y le cuenta esta anécdota al propio Balenciaga que sonríe y desde entonces esa amistad perdurará hasta el fallecimiento de Cristóbal Balenciaga en Jáve en 1972. Como él decía: “Balenciaga después de Dios es mi segunda religión.” Le admiraba profundamente. Él no quería que se le hiciera ninguna exposición porque decía que no se las merecía; que el único que merecía exposiciones internacionales era Cristóbal Balenciaga. Era una admiración real, honesta y de verdad la que sentía por Cristóbal Balenciaga porque no solamente le inspiró en su juventud para hacer de él otro de los grandes diseñadores de moda del siglo XX, sino que admiraba los valores que tenía el propio Cristóbal Balenciaga. Admiraba la austeridad, la manera en la que él se proyectaba a través de sus prendas sin querer el protagonismo para él.

Admiraba que era capaz de hacer un vestido desde el patrón hasta el último botón porque Balenciaga era capaz de construir un vestido de alta costura de la alfa a la omega. Esa admiración la sintió siempre y así me lo hizo ver. Yo creo que a través de las palabras de Hubert de Givenchy es cuando yo empiezo a darme cuenta de lo que se esconde muchas veces detrás de la moda. Creo que cambió mi mirada; cambió la manera en la que yo iba a poder contar historias con la alta costura; me hizo sentir sensaciones completamente diferentes mirando un vestido. Y lo consiguió a veces con piezas de Balenciaga pero siempre diré que lo sentí con sus propias creaciones. Yo me sigo emocionando cada vez que pienso en Hubert de Givenchy porque creo que era una de las personas que, gracias también a su colaboración con Audrey Hepburn, ha cambiado la manera en la que este mundo ha entendido lo que es moda y lo que es bello. Gracias a esa colaboración, su moda entró en millones y millones de hogares a través del cine. Audrey consiguió crear tendencias, crear elementos bellos a través de la pequeña y la gran pantalla. Creo que es una de las relaciones que han hecho este mundo mucho más bello.

¿Nos puede contar algo sobre su más reciente exposición dedicada al fotógrafo estadounidense Henry Clarke, que estuvo abierta al público hasta hace pocos días en la Alhambra de Granada?

E.M. de la P. Como te decía de Hubert, creo que Henry Clarke es otro de los grandes personajes muy olvidados pero que ha sido fundamental a la hora de establecer los códigos estéticos de la sociedad actual. Era un personaje adorado por todos los diseñadores, por todos los editores de moda y por todas las modelos. Era tan austero como lo fue Balenciaga, tan gentleman como lo fue Hubert de Givenchy y tan discreto como lo fueron cualquiera de ellos dos. Su mirada en las fotografías que hizo para Vogue desde los años cincuenta hasta que falleció es la mirada, que muchas veces sin saberlo, tenemos de lo que ha sido la historia de la moda de los últimos cincuenta años. Para mi ha sido un placer poder comisariar esta exposición retrospectiva, la primera que se ha hecho en España de él. Hacerlo en La Alhambra de Granada, en un sitio tan emblemático como fue la capilla del palacio de Carlos V, hacerlo con la mejor moda de los años sesenta; esa moda que reunió a personajes tan maravillosos como fueron Cristóbal Balenciaga, Pedro Rodríguez, Elio Berhanyer, Manuel Pertegaz o mujeres que han sido esenciales en la historia de la alta costura como Flora  Villarreal, Asunción Bastida o Carmen Mir. Ha sido maravilloso poder contar tantas historias en una sola exposición. Ese vender una España especial a través de la  moda como lo fue la España de los años sesenta en las editoriales de moda de Vogue, vender esas mujeres, que muchas veces lo desconocemos, pero que fueron esenciales en la historia de la moda y que muchas veces han estado opacadas por las grandes figuras como Pertegaz o Balenciaga. Ha sido maravilloso poder contar lo importante que ha sido La Alhambra y lo que era la arquitectura en la inspiración de los grandes creadores del siglo XX.

El pasado 5 de junio se conmemoró el día mundial del medioambiente y el lema para el 2023 es “Sin contaminación por plásticos.” Otra de las exposiciones que usted ha comisariado es la del Museo Efímero del Plástico. ¿En qué consiste y habrá futuras ediciones?

E.M. de la P. Cuando me pidieron comisariar el Museo Efímero del Plástico, yo quería como siempre, como hago con todas mis exposiciones, contar una historia. Contar la historia de que el plástico tan demonizado es también esencial en nuestras vidas. Gracias al plástico tenemos prótesis para gente que tiene dificultades de movilidad; gracias al plástico hemos tenido las mascarillas que han permitido oxigenar o intubar a cantidad de enfermos durante todo lo que fue la pandemia. Gracias al plástico podemos envasar alimentos para evitar la pérdida de materias primas. Gracias al plástico el hombre puede estar en la estación espacial Soyuz o Mir. Gracias al empaque al vacío en plástico los alimentos perduran; gracias al plástico tenemos cantidad de ropas que le han permitido al hombre investigar en las estaciones espaciales del polo norte y el polo sur. El plástico es bueno si hacemos buen uso de él. Esta fue la historia que yo quería contar en el Museo del Plástico. Lo hice a través de muchos objetos que en nuestra vida cotidiana nos ayudan a vivir mucho mejor, salvan vidas y hacen que nuestras calles puedan tener unas pavimentaciones que nos permitan vivir mejor. Pero también soy consciente de que tenemos que hacer buen uso de él y que es importante que industrias tan contaminantes como los son la propia industria de la moda, seamos conscientes de que como dice el lema de Ecoalf, una marca de moda, “No hay planeta B.” Este es el único planeta que tenemos y por lo tanto tenemos que cuidarlo. Para mi fue un proyecto muy bello porque a mi mismo me enseñó la importancia y la responsabilidad que tengo de hacer buen uso de algo que hace buena nuestra vida.

¿Que proyecto tiene en preparación para futuras fechas?

E.M. de la P. Tengo una serie de exposiciones próximamente pero voy a hablar principalmente de una que inauguro en el Palacio de Liria de Madrid que se llama La moda en la Casa de Alba. Vamos a hablar de toda esa moda que la Casa de Alba ha sabido proyectar en su historia, en su legado, desde Eugenia de Montijo hasta nuestros días. Va a ser una exposición no muy grande, no muy extensa. Es una joya que voy a comisariar con Lorenzo Caprile y creo que va a ser una de las exposiciones donde cada centímetro cuadrado expositivo es uno de los más exquisitos del mundo porque van a juntar cuadros de las colecciones de la Fundación Casa de Alba: obras que vienen del Palacio de Dueñas, del Palacio de Liria y de otros museos españoles junto con piezas de alta costura que  vienen desde Francia y que pertenecieron a Eugenia de Montijo, hasta piezas de nuestros días de los grandes diseñadores que han acompañado siempre a la Casa de Alba. Será una exposición que creo va a sorprender, que va a ser una pequeña joya en Madrid abierta al público a partir de octubre de este año hasta abril del 2024. Así que ahí os espero a todos porque vamos a volver a utilizar la moda para contar muchas, muchas historias…