Perkys: Un artista para quien la alegría de pintar y esculpir se convierte en un juego que nutre el alma
Publicado: 7 abril, 2024
- Actualizado: 7 abril, 2024
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A propósito de la exposición Alegría del artista colombiano Perkys en Valledupar, les invitamos a leer la entrevista que Odette Ferré le realizó al artista colombiano residenciado en España
Por: Odette Ferré
Especial para CyC Radio
Madrid
Cuenta la leyenda que un buen día Gabriel García Márquez, el futuro Premio Nobel de Literatura, viajó al departamento del Cesar con la firme intención de vender libros. Pero al llegar al pueblo de La Paz, se dejó contagiar por la cadencia de los alegres y rítmicos acordes de la música que inundaba el aire. Y entonces hasta allí llegaron sus buenas intenciones que quedaron sepultadas bajo la sofocante y cálida brisa que invadía el ambiente y las interminables noches de embriaguez al son de una buena parranda vallenata.
Muchos años después, no muy lejos de La Paz, nacía en el pueblo de Aguas Blancas el futuro artista Perkys, sobrenombre que adoptó desde muy temprana edad ya que en su casa lo llamaban de esa manera tan cariñosa y espontánea porque, según decían sus primos y hermanos, se parecía al personaje de una serie de televisión llamado Perkins. La tierra que lo vio nacer también dio vida al vallenato, un ritmo que surgió de la extraña alquimia que, en una mágica mezcla de danzas indígenas, canciones de vaqueros del Magdalena, instrumentos europeos y sonoras melodías de los esclavos traídos del África tanto cautivó a Gabo, y que le inspiró las más bellas páginas plagadas de historias donde lo mágico y lo real conviven en perfecta armonía. El vallenato fue un elemento indispensable en la narrativa del Nobel que llegó a decir que su obra cumbre, Cien años de soledad, era un vallenato de 400 páginas.
Perkys creció en ese pequeño mundo donde la música se convierte en un paliativo en medio de la dura vida cotidiana, al igual que permite hacer frente a los desoladores episodios de violencia y a las condiciones de vida precarias de muchos de sus pobladores y que recoge en sencillas palabras, historias, anécdotas, vivencias y muchos mitos y leyendas que desde siempre han impregnado, como huellas indelebles, el imaginario colectivo. El vallenato es parte de la esencia de los habitantes de este gran terruño del norte de Colombia que, en una época ya lejana, se llamaba el Gran Magdalena.
Perkys, nuestro invitado, es un joven alto y delgado, con un pelo afro desordenado que le confiere ese aire de artista vanguardista. Apasionado por su arte, tuvo, desde que lo recuerda, una clara y real vocación por la pintura y la escultura. Su esencia deja percibir a un ser luminoso, noble, soñador, decidido, con un dejo de timidez que se rompe al primer contacto. Perkys es un artista profundamente optimista y conserva intacto su niño interior, ese que le permite ver lo bueno en cada persona, agradecer cada instante y oportunidad que le brinda la vida y que le ayuda a no tomarse en serio sino a disfrutar de todas las cosas positivas que finalmente, llegan como una cascada refrescante para permitirle brillar con todo el esplendor de su arte.
En Madrid, nos recibe en su nuevo estudio, un lugar sencillo y acogedor donde cada creación suya ocupa un lugar destacado. Trabaja al tiempo en varias obras. Sus lienzos están llenos de color, de trazos decididos y firmes que evidencian la maestría en el manejo de la técnica. Perkys es perfeccionista, como todo buen artista, a pesar de que para él pintar o esculpir se convierte en un juego que lo remonta irremediablemente a su infancia. Ahora vive entre dos continentes y de cada uno toma siempre lo mejor.
¿Quién es Perkys, cómo te gustaría presentarte?
Considero que soy una persona en el camino de la evolución básicamente en el tema del arte; estoy todavía aprendiendo; el camino es bastante largo. En lo personal, tengo un carácter muy fuerte pero también puedo ser amoroso. Siento especial debilidad por las personas vulnerables, la gente que necesita ayuda.
La pintura y la escultura han estado desde siempre muy presentes en tu vida. ¿Cómo nace ese gusto por estas disciplinas? ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia? ¿Cómo se hace esa aproximación al arte?
Cuando era pequeño consideraba que hacer figuritas era un juego. Mezclar colores, dibujar me llenaba el alma. Cuando fui creciendo y fui consciente de las cosas, supe que me hacía muy muy
feliz y que no podía apartarme de ella. Desde niño ya había cambiado los juguetes por las pinturas, por los lápices de colores, las crayolas, la plastilina y anhelaba convertirme en pintor. Yo no recuerdo haber imaginado ser bombero o policía. Yo vivía por el arte, por la pintura y la escultura de una manera loca; no podía pasar un solo día de mi vida sin pintar.
¿Ese amor por la pintura, por la escultura te lo inculcó alguien, tuviste algún referente en tu familia, en el colegio?
Mi familia decía que ese talento lo había heredado de un tío, hermano de mi padre, que pintaba. Él lo tenía como un pasatiempo y no como una actividad seria. Un primo fue quien me enseñó los primeros trazos, a manejar las sombras. Recuerdo que él me guió bastante. Pero él tampoco se dedicaba a pintar. Yo siento que el artista se forma desde el vientre. No creo que decida serlo con el paso del tiempo.
¿Cómo defines el talento?
El talento puede ir creciendo con el paso del tiempo. Hay un refrán que utilizo mucho: “La experiencia hace al sabio.” Creo que entre más practiques vas afianzando tu conocimiento en tu arte y te haces experto. Es eso a lo que llamamos talento.
¿Qué otros recuerdos tienes de tu infancia, de tu tierra natal Aguas Blancas en el departamento del Cesar en Colombia que muy seguramente nutren tu obra?
Recuerdo muchísimo cuando no tenía dinero para comprar materiales para hacer el modelado de las figuras. Las plastilinas que usaba se mezclaban y al final estaban negras. Entonces empecé a utilizar mucho el barro. En mi más reciente exposición quise volver a esas raíces. Volví a trabajar con el barro y no imaginas lo bien que me sentí al recordar todo lo que hacía cuando era pequeño. Recuerdo también que usaba muchos elementos reciclados. Por ejemplo desbarataba los ventiladores viejos para utilizar las bobinas y hacer esculturas con el alambre. Hacía unos vestidos muy grandes, unas rosas con esos alambres como entretejidos. Era como si tejiera una mochila y le iba dando forma. Ahora me pregunto ¿cómo se me ocurría a mi, tan pequeñito, hacer esas cosas? A día de hoy siento que toda esa capacidad y esa creatividad, si yo la trajera a esta etapa, fuera súper brillante porque en esa época nadie me enseñaba nada. Luego fui a la Academia. Era un artista empírico a muy corta edad. Hoy soy una persona con una profesión que ha aprendido y ha recorrido muchísimo camino.
¿Cómo fue ese proceso de salir de tu pequeño entorno de Aguas Blancas y aterrizar en Valledupar, la capital para empezar tu formación en Bellas Artes?
Yo nací en el pueblito de Aguas Blancas y a los dieciséis años, por la violencia del conflicto armado, nos tocó huir. Nos desplazamos a Valledupar, la capital. Allí me tocó enfrentarme a la realidad; empecé a trabajar desde muy temprana edad. Esta etapa fue muy dura porque no podía estudiar. Empecé a estudiar por la tarde de forma clandestina porque no era mayor de edad. Normalmente la educación nocturna es para personas mayores de edad. Pero me aceptaron y cuando terminé mis estudios secundarios decidí estudiar una carrera: Artes. Nunca pensé en ser médico o abogado. Siempre tuve claro que quería dedicarme al arte pese a lo que la gente pensara porque siempre me decían “del arte nadie vive”, “el mundo del artista es muy difícil”; pero yo sentía que tenía como mucha personalidad y también era terco; yo no escuchaba a nadie. Al final era mi deseo y era feliz haciéndolo a pesar de que sufrí muchísimo. Durante los estudios sufrí mucho; fue una etapa bastante dura porque no pude seguir trabajando y llegó un momento económico bastante fuerte: no tenía zapatos para ir a la universidad, no tenía ropa, iba en unas fachas tremendas y tampoco tenía para comprar los materiales para pintar. Como tenía un horario tan extenso en la facultad no tenía tiempo para trabajar. Así que empecé a buscarme la vida: hacía pulseras, preparaba postres, vendía quesos. Siempre me dije que no lo iba a dejar y salí adelante.
Ahora me río pero durante esa época me deprimí muchísimo y tuve más de dos años sin coger un pincel. Mi familia estaba muy preocupada y cuando me sentaba frente a un lienzo me echaba a llorar porque no me salía lo que quería. Dañe como veinte trozos de lienzo. Y una tía los guardó en un armario y me dijo: “aunque estén inconclusos, yo creo que con el tiempo van a costar muchísimo dinero.” Eso lo llevo en el corazón porque ya desafortunadamente ella no está. Ella creía ciegamente en mi trabajo y estaba convencida de que iba a vivir de mi arte.
El haber nacido y pasado los primeros años de tu vida en la Costa del Caribe colombiano que es tan exuberante, tan cálida, con esa música y esa alegría contagiosa… ¿Todo esto cómo se refleja en tu obra?
Pues mira. Esta serie pasada de mis obras que titulé Conciencia Despierta, está un poco alejada de mi propia realidad, de cómo yo veo el mundo, de cómo lo percibo y lo plasmo porque mi obra es muy colorida. Esta serie era muy neutral, con tonos grises. Yo sentía que no era yo. Pero no sé por qué de repente surge en un momento en el que piso España de nuevo, -porque pasé toda la pandemia en Colombia- y allí empecé mi obra y era muy colorida. En el momento en que llego a España había un invierno tremendo y no sé si eso, de forma involuntaria, inconsciente, tuvo que ver con que la paleta cambiara repentinamente. Alguna explicación tendrá. Pero mi paleta de colores es brillante, explosiva y lo voy a reflejar en mi próxima exposición que será en homenaje a Colombia y se llamará Alegría. Cuando pienso en Colombia pienso en una sola palabra: Alegría.
¿Cómo llegaste a España, cómo se dio ese proceso; cómo tomaste esa decisión de dejar Colombia y partir a la aventura en un nuevo país, en otro continente, sabiendo que aquí ibas a empezar de nuevo?
Nunca en mi vida imaginé salir de Colombia. Fue una decisión que me tomó por sorpresa y de un momento a otro porque la situación se tornaba bastante difícil una vez terminada la universidad. Estuve año y medio sin conseguir trabajo y de la única manera que podía defenderme era dando clases de arte y ni siquiera así encontraba trabajo. Entonces no había otra alternativa y en ese momento unos amigos me ofrecieron la oportunidad de venir a España. Me dijeron que si quería venir por una temporada a probar suerte y no lo dudé, dije que si.
Una vez que piso España, me surge una propuesta: pintar un mural en casa de Nacho Cano, que es un artista muy conocido aquí. No habían pasado ni siquiera tres meses cuando surgió esta oportunidad. Esta obra, que es un mural sobre piedra, salió en dos reportajes en revistas muy reconocidas en España. Y me dije: no llevo ni tres meses en España y ya mi obra es conocida medianamente, entonces ¿qué voy a ir a buscar a Colombia? Yo creo que aquí va a brillar una luz bonita. Nacho, que se ha convertido en mi amigo, me dijo unas palabras muy bonitas: “esta obra te va a traer muchas alegrías.” Y yo me quedé con eso y a partir de ese momento empezaron a lloverme propuestas y una de ellas fue la del reconocido artista Domingo Zapata que, al ver esta obra, dijo que me quería conocer y hablar conmigo. Tuve una reunión con él y me ofreció ser su ayudante. No lo dudé, le respondí que si. Fue en ese momento que decidí quedarme en España. Al principio fue muy difícil porque me quedé de forma irregular. Con el tiempo solucioné todo y a día de hoy le agradezco al destino haberme puesto en esta tierra porque a partir de ese momento todo ha sido felicidad.
Todos los cambios que has experimentado en tu vida han sido, por lo que veo, muy arriesgados pero eso no ha disminuido ese optimismo a toda prueba que tienes. ¿Qué te ha aportado España hasta ahora, mirando hacia atrás, en el tiempo que llevas instalado aquí?
A España tengo muchísimo que agradecerle, como te decía antes, porque surgen propuestas de la nada: de repente despierto y encuentro mensajes de gente que quiere colaborar conmigo, de colegas, amigos que quieren trabajar para hacer exposiciones en conjunto. Y todo esto me enriquece y me alimenta. Entonces me digo que al final estoy donde debo estar. Le debo muchísimo a España; estoy muy contento con esta oportunidad y con el hecho de que me hayan acogido sin conocerme. Y que poco a poco mi arte haya sido o esté siendo aceptado porque gusta lo que hago. Es muy difícil que la obra de un artista guste.
En el 2019 participas en el proyecto de las Meninas Madrid Gallery. Cuéntanos un poco ¿cómo fue esa experiencia, cómo llegaste a la convocatoria, cómo fuiste seleccionado? ¿Cuál fue tu sensación a ver tu obra expuesta en las calles de Madrid?
Fue una de las experiencias más bellas que me han sucedido aquí porque justamente estaba comenzando mi proceso artístico en España. Coincidió con que abrieron una convocatoria para la segunda edición de las Meninas Madrid Gallery. En esa oportunidad solo participaban artistas importantes, consagrados como Alejandro Sánz, Ágatha Ruiz de la Prada, Carlos Baute, entre otros. El creador de esta propuesta quiso que participaran artistas emergentes, artistas no conocidos. Yo presenté una propuesta y fui seleccionado. La propuesta era un homenaje a Colombia y aún así lo tuvieron en cuenta. Me inspiré en el Carnaval de Barranquilla. Fue fascinante, bastante emocionante ver un artista que nadie conocía en medio de los reconocidos. A mi no me conocía nadie, sin embargo, mi obra tuvo mucha repercusión sobre todo mediática y la gente latina se sentía identificada: se tomaban fotos y en las redes sociales fue un hit esa obra. Esta fue mi primera participación en España que fue muy enriquecedora.
En el 2022 realizas tu primera exposición individual, Conciencia Despierta, de la cual hablaste al inicio de esta entrevista. ¿Cómo nace esta idea, quién te hace la propuesta, qué obras componen esta primera exposición en España?
Esta exposición, Conciencia Despierta, nace en Cartagena a orillas del Mar Caribe. Estaba una mañana pensando en qué hacer después de ese golpe tan duro que fue la pandemia y una amiga me dijo: “Tú no tienes nada qué hacer, tú lo tienes todo, eres un artista.” Y en ese momento se me encendió la chispa de pintar y pintar. Y así fue como me puse a pintar. Luego alguien me dijo que por qué no organizaba una exposición en Cartagena antes de regresar a España. Organicé entonces una exposición con pocas obras, alrededor de siete pinturas y algunas esculturas que hice. La exposición fue un éxito. Vendí todas las esculturas y aproveché para donar ese dinero a una
Fundación que tengo en Colombia y fue también muy bonito ver que mi trabajo ya estaba dando frutos.
Antes de llegar a este país me llegó a mi correo una propuesta de una galería para exponer en España. Querían reunirse conmigo. La exposición en Cartagena tuvo repercusión gracias a los medios de comunicación. Cuando regresé a España, lo primero que hice fue reunirme con la gente de la galería que me propuso exponer en una sala. Organicé la exposición en un año. La mitad de las obras se vendieron a un muy buen precio gracias a que antes había expuesto en Miami y mi obra se había cotizado. Para mi fue un éxito. Mucha gente me dijo que para ser la primera exposición me había ido muy bien porque casi nunca se vende la obra. A la inauguración fue gente importante y hubo cubrimiento de la prensa, algo que se agradece mucho.
Para esta exposición contabas que manejaste una paleta de colores grises. ¿Por qué utilizar el color gris que no es tan habitual en la paleta de los artistas y mucho menos en tu obra?
Creo que hubo un antes y un después. Yo comienzo esta serie en Colombia inspirado en esos atardeceres que plasmé en alguna de mis pinturas. Mi estudio quedaba justo frente al mar y el ocaso, el crepúsculo, los arreboles los vivía día tras día; estaban presente en el fondo de los paisajes que hacía. Pero una vez que regreso a España y me encuentro con una ciudad muy gris, completamente fría y triste donde tenía que cubrirme de los pies a la cabeza, me dio un bajón tremendo porque era todo lo opuesto a lo que estaba viviendo y me estaba haciendo feliz. Creo que eso tuvo mucho que ver con mi estado de ánimo. En mi próxima obra no va a haber grises porque está inspirada en Colombia que es alegría, sabor, música. En Colombia no cabe el gris.
Volviendo a tu exposición de Conciencia Colectiva, es una serie donde exploras la noción de belleza. ¿Qué es para ti la belleza, la noción de belleza, cómo la interpretas, cómo la defines?
Quise traer un mensaje con esta serie. Ese prototipo de belleza que está tan arraigado en la actualidad al final nos perjudica a todos. Si te fijas, los almacenes de moda tienen unos maniquíes con medidas estándar en los escaparates. Ese maniquí es perfecto; tiene unas medidas, tiene un patrón universal y es como mucha gente quiere verse, tanto hombres como mujeres. La gente quiere un cuerpo perfecto, ser alta, delgada; ese es el concepto de la belleza física. Es muy triste porque todo esto al final desaparece con el tiempo. Ahora mismo buscamos cultivar esa belleza. A todos nos gusta mirarnos al espejo y vernos bien y sentir que la ropa nos queda bien. Pero nos olvidamos de la otra belleza, la interior, que es la que realmente vale porque es la que prevalece, la que te acompaña desde siempre. Mi exposición hacía alusión a eso y recuerdo que en los hashtags relacionados con la explicación había uno que inventó la gente y decía #labellezavapordentro. Al final esa belleza es como la del maniquí: bonito por fuera pero vacío por dentro. Así es la gente que no cultiva esa belleza interior, los sentimientos, los valores. Esa también es mi opinión personal. Esto me lleva a pensar en lo que mi abuelita decía: “esta es una bella persona”, cuando se refería a una persona que no era bella físicamente pero que cultivaba su belleza interior.
¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?
Son muchas. Me inspiro mucho cuando viajo, sobre todo de los paisajes, a pesar de que no soy paisajista; me inspira mucho la música, la música alegre, la música caribeña, la música de tambores. Para poder pintar necesito estar escuchando música. Siempre estoy escuchando música. Viajar también hace parte de ese alimento que al final me llena para poder trabajar.
¿Admiras a algún artista, escultor o pintor que sea un referente para ti?
No tengo ningún referente muy popular o conocido. No te podría decir un nombre porque todos esos artistas, a pesar de que tienen méritos, no son mis referentes. Yo a quienes verdaderamente admiro son a esas personas que sin tener ningún tipo de recursos, que sin tener ningún tipo de formación, hacen bellezas. Y hay muchísimo talento en todas las ciudades y lugares que visito. Son, como se dice en el argot popular, un talento desperdiciado, porque al final no se les da la oportunidad de brillar como merecerían. A esta gente si que la admiro.
¿Cómo definirías tu pintura, tu escultura, tu estilo?
Yo creo que no encaja en ningún estilo porque un día pinto una cosa, al día siguiente otra… Podría decirte que en algunas ocasiones soy muy figurativo pero no surrealista, tampoco realista. Recuerdo que cuando comencé la Academia tenía una tendencia hiperrealista. Cuando comencé a estudiar en la Escuela de Bellas Artes en Valledupar, un profesor me regañaba porque intentaba pintar las frutas tal y como las veía. Él me decía: “Esa es una fotografía; para eso existen las cámaras fotográficas. En el pasado, cuando no había cámaras fotográficas, los reyes, la gente de la corte eran pintados por artistas. Tienes que romper con eso.” Me ponía el ejemplo de Picasso que había roto con esos paradigmas. Él tenía su discurso y quieras o no eso me fue calando. Me decía también: “Lo bonito del arte es que se vean las manchas, los trazos, el chorreo de la pintura, la pintura trabajada con la espátula. Pero esa pintura delicada que al final no se sabe si es o no una fotografía, eso no tiene mérito. Esos artistas no tienen un estilo. Se confunden unos con otros porque todos se parecen.” Todo eso hizo que me fuera apartando un poco del realismo porque yo consideraba que lo bello era lo que se parecía a la realidad. Con el tiempo fui descubriendo que el artista tiene que ser muy fiel a su sentimiento, a su inspiración y pintar lo que le nace de dentro, no lo que le estipule otra persona.
¿Qué nos puedes contar sobre la exposición que está preparando para el 2024? ¿Cuál es la temática, el hilo conductor de esta muestra en homenaje a Colombia?
Poco hablo de mis exposiciones futuras pero esta si que lo amerita; cada vez que hablo de ella el corazón me late fuerte. Me inspiro en Colombia porque amo profundamente a mi tierra. Cuando me preguntan qué es Colombia yo lo resumo en una sola palabra: alegría. Yo creo que esos episodios tristes del pasado debemos sepultarlos. Somos un país alegre pese a todas las circunstancias. Vas caminando por la calle y escuchas la música. Me inspiro en la música, me inspiro en la danza y para esta ocasión tomé como referencia unas danzas muy puntuales de cada región; de la región caribe tomo una de las danzas que hacen parte del mestizaje. Tengo que hacer una investigación muy profunda y para ello necesito viajar a Colombia. Me nutriré mucho de toda la información que consiga. Quiero que sea una exposición muy bonita, muy colorida, muy explosiva y que la gente cuando la vea se sienta en Colombia.
¿También tienes una faceta como escultor. Si te dieran a escoger entre la pintura y la escultura por cuál optarías?
Indudablemente la pintura. Aunque la escultura me gusta mucho, prefiero la pintura. Yo empecé haciendo figuritas cuando estaba pequeño. Le hacía figuras a todo el mundo. Representaba los personajes de la televisión en figuritas como el Chapulín Colorado. Me encantaba cuando la gente me echaba piropos. Recuerdo también que desde pequeño empecé a vender mis creaciones y unas de las primeras fueron unas gallinas que hice en barro y me las compró una vecina. En aquella época las vendí por 500 pesos. Ella me dijo hace poco que todavía las conserva. A pesar de que comencé haciendo escultura, hubo un momento en que me fui apartando de ella y retomé con fuerza la pintura y me siento como pez en el agua porque domino muy bien la técnica. Con la escultura me toca aprender más, investigar más para que lo que haga sea una obra duradera. Me gusta que si una persona compra mi obra, que esa obra perdure.
¿Hace un momento dijiste que Colombia para ti es alegría. Qué es Entonces España para ti?
España son muchas cosas. Yo la considero como una madre. Siempre he dicho que me acogió en sus brazos y me mimó desde el minuto cero. Hubo algo muy bonito cuando pisé por primera vez este país. Cuando salí del metro, algo dentro de mi me dijo que yo ya había estado aquí y me sentí desde ese momento hijo de España. Fue una cosa muy bonita. Me siento en casa y Madrid es la ciudad más bonita que conozco. Cada vez me enamoro más de Madrid. Me siento como si hubiera nacido aquí. Me siento mimado por su gente. Al final es aquí donde estoy construyendo mi futuro.
¿Qué le dirías a las y los jóvenes que desean abrazar una carrera de artistas pero que encuentran muchos obstáculos en su camino? ¿Qué mensaje quisieras dejarles?
Mira. Desde este punto donde yo me encuentro sería muy fácil decir no se desanimen, luchen; pondría mi vida, mi experiencia como ejemplo. Pero es que eso no es así porque hay muchos factores para que un artista llegue a ser reconocido. Y no es solamente el factor talento, el factor lucha. Detrás de mi vienen un montón de niños luchando y que pintan día y noche y que se esfuerzan y a pesar de todo eso no les llega la oportunidad de salir del país, de estudiar una carrera. Fui a la universidad sin tener un peso en el bolsillo y al final haya conseguí terminar porque fui un alumno destacado y eso me permitió obtener una beca. De lo contrario no hubiera podido terminar la carrera. Eso es posible que a otro niño no le suceda. Cada experiencia es diferente. Pero hay algo que si hay que evitar y es no perder nunca la esperanza y sobre todo trabajar mucho; ser constante. Pinta aunque sea en una hoja de papel, pinta en lo que sea y que cuando una persona te diga muéstrame lo que tienes tengas muchas cosas para mostrar. Pinta
aunque sea para archivarlo porque no sabes en qué momento te va a llegar la oportunidad de brillar. Ese sería mi aporte.
Creaste hace algunos años una Fundación. Háblanos un poco sobre este proyecto. ¿Qué trabajo desarrollan, dónde se encuentra ubicada? ¿Cómo nació esa idea?
La idea no recuerdo en qué momento nació. Esta idea me ha costado lágrimas. Me ha tocado pagar un alto precio. Yo comencé con un proyecto muy personal. Como te contaba, cuando era niño hacía figuras y un día hice un pesebre (Belén). En Colombia existe la costumbre de las novenas de aguinaldo del 16 al 24 de diciembre. Es una tradición donde se cantan villancicos y se reza la novena. En esa época tenía 11 años. Reunía a los niños y cantaba con ellos al pie del pesebre. Cuando llegó la violencia al pueblo, nosotros tuvimos que irnos y esa tradición se perdió. Yo nunca más volví al pueblo.
Cuando entré a la universidad, un día se me ocurre decirle a mi madre que armara el pesebre. Pero ella ya había tirado todas las figuras. Como no tenía tiempo ni inspiración para hacerlas nuevamente, compré un pesebre de porcelana. Regresé al pueblo para una navidad, armé mi pesebre en la calle y se llenó nuevamente de gente; fue impresionante. Estaban los padres – aquellos niños de la primera vez- que iban con sus hijos. Me llenó de mucha tristeza verlos con sus caras apagadas. Aún quedaban vestigios de esa violencia y la gente estaba pasando por una situación muy difícil. Esto me conmovió muchísimo y regresé a Valledupar a pedir juguetes, sin ninguna vergüenza, a mis profesores, a mis compañeros. El 4 de diciembre repartí juguetes y caramelos a los niños. Esa misma actividad la realicé al año siguiente. Y llegó mucha más gente. Entretanto conocí a una persona, un español llamado Miguel Ángel, que me dijo que me iba a ayudar con esto. Hizo una campaña enorme aquí en España y me envió dinero para comprar juguetes, me envió útiles escolares y fue una experiencia muy bonita ver después a los niños que iban a la escuela con sus mochilas y todo lo que pudimos darles para iniciar el año escolar. Seguimos con la campaña y empezamos a repartir también comidas, hasta que Miguel Ángel, que ya tenía experiencia en temas de Fundaciones porque había trabajado en la India con una ONG, me sugirió crear una Fundación.
En el 2018 se constituyó la Fundación Regalando Sonrisas después de 11 años de estar trabajando con esta población. En el 2020 se construyó una sede con la ayuda de unos amigos españoles que donaron una cantidad de dinero para este fin. Actualmente estamos desarrollando tres actividades durante la semana: clases de música donde se les enseña a los niños a tocar varios instrumentos como el piano, la guacharaca, el acordeón y la caja; clases de danza y clases de pintura. La gente que desee colaborar de alguna manera puede contactarnos a través de nuestras redes sociales como Instagram y Facebook Regalando Sonrisas en Colombia. Nos pueden dejar un mensaje. Necesitamos no solamente ayuda económica sino también en los voluntariados. Apenas estamos comenzando y es cuando más necesitamos el apoyo de la gente…
Nos despedimos de Perkys, no sin antes agradecerle por su amabilidad, por la visita guiada que nos hizo de su nuevo estudio, un refugio amplio y sencillo lleno de lienzos, pinceles y esculturas, que se encuentra en el distrito de Chamberí, en el corazón de Madrid, donde se construyeron los barrios más castizos de esta ciudad efervescente, alegre y cosmopolita.